El Señor sabe bien que la división existe entre sus seguidores. He platicado con muchas personas quienes estan entristezidas por situaciones familiares donde hay diferentes puntos de vista sobre la religión. Yo creo que debemos de reconocer la realidad de diferentes expresiones de espiritualidad para poder comenzar a comprender un poquito más a nuestros amigos y familiares. Hay tantas espiritualidades como hay personas.
Los seres humanos son cautelosos cuando se trata de lo desconocido, así que son extremamente precabidos al hablar acerca de la religión en situaciones sociales. Entre compañeros no queremos ofender y mejor callamos lo que creemos. Pero escuchen de nuevo a Jesús: “He venido a traer fuego a la tierra ¡y cuánto desearía que ya estuviera ardiendo! Tengo que recibir un bautismo ¡y cómo me angustio mientras llega! El no fue precabido. El expresó una y otra vez Su misión. El sabe que no todos recibiran su mensaje.
A través de los siglos, la Iglesia Católica ha tomado muy en serio su reponsabilidad de continuar haciendo las obras del Señor. Nuestra jerarquía, las instituciones, y el culto se han desarrollado para que Su mensaje pueda llegar hasta los confines de la tierra. Por sus esfuerzos, billones de espiritualidades han sido unidas por medio de las enseñanzas y la guia de la Iglesia. Y aún así, la discordia existe.
Tomemos por ejemplo el documento del Papa Benedicto del 7 de Julio del 2007, Summorum Pontificum, donde claramente habla del derecho del sacerdote de celebrar la Misa del Beato Papa Juan XXII del 1962 y/o la Misa del Papa Pablo VI de 1969. Y aún, muchos desde obispos hasta laicos, estan molestos. Algunos la ven como un regreso no deseado al pasado. Otros piensan que es simplemente nostalgia. Mientras que otros desean el misterio y la belleza de la Misa antigua. Otros reconozen que han ocurrido abusos litúrgicos en la Misa estos últimos 30 años.
¿Recuerdan mi reflección de la semana pasada? Dije, “Cada Misa debe manifestar bellamente esta doctrina Católica por medio de sus oraciones y rituales. La litúrgia auténtica debe darle honor y gloria a Dios, debe servir para el arrepentimiento del pecado del hombre, y para darle gracias a Dios por las gracias que le ha concedido al mundo. Aquí es donde encontramos la unidad; nuestras espiritualidades, culturas, y etnicas variadas incados al pié de la cruz de Jesús. Nuestro Santo Padre dice: “la sagrada litúrgia celebrada de acuerdo con el uso Romano, enriqueció no únicamente la fe y la piedad pero también la cultura de mucha gente. Se sabe, de hecho, que la litúrgia en Latin de la Iglesia en sus varias formas, en cada siglo de la era cristiana ha sido un estímulo a la vida espirituál de muchos santos, ha reforzado a muchas personas en la virtud de la religión y . . .piedad”.
Es mi sincera creencia que la manera en que celebramos el Santo Sacrificio de la Misa aquí en San Carlos Borromeo es apropiada para nuestro tiempo y mezcla de culturas. Continuemos purificando la expresión de nuestra fe en la manera que decimos, escuchamos, y oramos la Misa. Al hacerlo nos preparamos para encontrarnos cara-a-cara con el Señor, habiendo sido sumergidos en Su bautismo.
English translation
The Lord knows well that division exists among His followers. I have spoken with many people who are saddened by family situations in which there are differing views on religion. I believe that we have to acknowledge the reality of different expressions of spirituality in order to begin understanding—a bit more—our friends and family members. There are as many spiritualities as there are people.
Human beings are wary of the unknown; thus, the extreme caution in talking about religion in social situations. In polite company, we desire not to offend, so we often become quiet about our beliefs. But listen again to Jesus: “I have come to set the earth on fire, and how I wish it were already blazing! There is a baptism with which I must be baptized, and how great is my anguish until it is accomplished!” He was not cautious. He expressed time and time again His mission. He knows not all will receive His message.
The Catholic Church over the centuries has taken seriously its responsibility to continue the Lord’s work. Our hierarchy, institutions, and worship have developed so that His message may go out to all the ends-of-the-earth. Because of her efforts, billions of souls have turned toward the Lord. The billions of spiritualities have been united through the teaching and guidance of the Church. Even so, discord exists.
Let us take, for an example, Pope Benedict’s document of July 7, 2007, Summorum Pontificum, where he very clearly states a priest’s right to celebrate the Mass of Blessed Pope John XXIII of 1962 and/or the Mass of Pope Paul VI of 1969. Yet, many people from bishops to lay people are upset. Some see it as an unwanted return to the past. Others think it is simply nostalgia. While others desire the mystery and beauty of the old Mass. Others, recognize that abuses have occurred in the Mass these last thirty years.
Remember my reflection of last week? I said, “Each Mass should beautifully manifest this Catholic doctrine through its prayers and rituals. Authentic liturgy should honor and glorify God, atone for man’s sins, and thank God for the graces He has bestowed on the world.” This is where we find unity; our varied spiritualities, cultures, and ethnicities kneeling at the foot of the cross of Jesus. Our Holy Father states in the document: “the sacred liturgy, celebrated according to the Roman use, enriched not only the faith and piety but also the culture of many peoples. It is known, in fact, that the Latin liturgy of the Church in its various forms, in each century of the Christian era, has been a spur to the spiritual life of many saints, has reinforced many peoples in the virtue of religion and…piety.”
It is my heartfelt belief that the manner in which we celebrate the Holy Sacrifice of the Mass here at St. Charles Borromeo is appropriate for our time and blending of our cultures. Let us continue to refine the expression of our faith in the way we say, hear, and pray the Mass. In doing such, we ready ourselves to meet the Lord face-to-face, having been immersed into His baptism.
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